Era una celebración en familia y sobre todo algo personalizado, así que diseñamos algo sencillo pero que cada invitado se sintiera importante y tuviera su hueco. Cada uno tenía su cucharita personalizada con su nombre y el color del lazo el cuál era el preferido de cada invitado… ¡Estaba todo pensado!
Cada invitado se sintió especial al ver su cuchara con su nombre. Porque a veces es en los pequeños detalles donde está la diferencia.
La mesa dulce también estaba personalizada, hasta los cupcakes tenían el motivo del 28 cumpleaños.
Y que decir de los cakepops… ¡Simplemente deliciosos! Con sus colores tan llamativos y ese chocolate tan rico, no dejó indiferente a nadie.
Y a vosotros, ¿Os gustaría celebrar vuestro próximo cumpleaños así?
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